Un día soleado, Coquí Andariego despertó con ganas de aventura. “¿Qué haré hoy?”, se preguntó. ¡De repente, una idea le vino a la mente! “¡Iré al parque!”.
Coquí Andariego empacó su mochila con todo lo que necesitaba para un día de diversión: su guitarra, su libro de canciones y su traje de explorador. Se despidió y emprendió su viaje hacia el parque más cercano.
Al llegar al parque, Coquí Andariego se quedó maravillado. ¡Había tantas cosas que ver y hacer! Los niños jugaban en los columpios y en las chorreras, mientras que los perros correteaban por el césped. Coquí Andariego decidió unirse a la diversión.
Primero, se sentó en un banco y comenzó a tocar su guitarra. Los niños se acercaron a él y comenzaron a cantar con él. Luego, Coquí Andariego les contó historias sobre sus viajes por el mundo. Los niños estaban encantados y querían saber más sobre sus aventuras.
Después de un rato, Coquí Andariego decidió unirse a los niños en la chorrera. Se rieron y gritaron mientras se deslizaban una y otra vez. Luego, jugaron al escondite y a la pelota. Coquí Andariego se lo pasó muy bien jugando con los niños.
Al final del día, Coquí Andariego estaba cansado pero feliz. Se despidió de sus nuevos amigos y se dirigió a casa. “¡Qué día tan divertido!”, pensó. “No puedo esperar a volver al parque mañana”.
Y así, Coquí Andariego continuó teniendo muchas aventuras en el parque. Hizo nuevos amigos, aprendió cosas nuevas y se divirtió mucho.