Los coquíes, pequeños anfibios de la familia Eleutherodactylidae, son uno de los símbolos más emblemáticos de Puerto Rico. Su nombre proviene del característico sonido “co-quí” que emiten los machos, especialmente durante la noche, como un canto territorial y de apareamiento. Este sonido no solo es un icono cultural, sino también una melodía que conecta profundamente a los puertorriqueños con su tierra natal.
Existen 17 especies de coquíes endémicas de Puerto Rico, aunque no todas producen el famoso canto. Estos pequeños anfibios, que generalmente miden entre 1/2 pulgada y 2 pulgadas (1 y 5 centímetros), son únicos porque no pasan por la etapa de renacuajo. Los coquíes nacen completamente formados dentro de los huevos que los machos protegen en nidos cuidadosamente seleccionados. Esta particularidad, conocida como desarrollo directo, les permite vivir tanto en áreas húmedas como secas, adaptándose a una variedad de ecosistemas. La mayoría de las especies prefieren habitar en los bosques tropicales, como el Bosque Nacional El Yunque, donde encuentran el clima húmedo que necesitan. Su dieta consiste principalmente en insectos, lo que los convierte en controladores naturales de plagas.
El coquí no es solo un animal, es un emblema cultural para los puertorriqueños. La frase “Soy de aquí como el coquí” refleja el sentido de pertenencia y orgullo nacional. Este anfibio se encuentra presente en canciones, poemas, leyendas y artesanías. En muchas historias tradicionales, se dice que los coquíes cantan para guiar a los viajeros perdidos o como guardianes de los bosques. El canto del coquí también evoca nostalgia para quienes viven lejos de Puerto Rico. Es común que los expatriados describan cómo el sonido del coquí les transporta mentalmente a su hogar, recordándoles las noches cálidas bajo el cielo caribeño.
A pesar de su importancia ecológica y cultural, algunas especies de coquíes están amenazadas debido a la pérdida de hábitat, la contaminación y el cambio climático. La urbanización y la deforestación reducen las áreas donde pueden vivir y reproducirse. Además, algunas especies han sido introducidas accidentalmente en otros lugares, como Hawái, donde han generado controversia al convertirse en una especie invasora. Sin embargo, los esfuerzos de conservación en Puerto Rico buscan proteger a estas pequeñas criaturas. Organizaciones ambientales y comunidades locales trabajan juntas para restaurar sus hábitats y educar sobre su importancia ecológica. También se están llevando a cabo investigaciones para comprender mejor cómo enfrentar las amenazas que enfrentan los coquíes, particularmente en el contexto del calentamiento global.
El coquí es más que un símbolo; es un recordatorio del delicado equilibrio de los ecosistemas tropicales y la necesidad de preservar la biodiversidad. Para los puertorriqueños, su canto no solo es una melodía nocturna, sino también una conexión inquebrantable con su identidad y cultura. Proteger a los coquíes es proteger una parte vital del alma de Puerto Rico, asegurando que las generaciones futuras puedan disfrutar del mágico canto que ha acompañado a esta isla durante siglos.