La Mudanza

Llegó el día de hacer la mudanza… Y tienes que colocar todo en cajas, envolver las cosas frágiles para que no se rompan, buscar quien te de una mano para avanzar. Ahh, y que no se te olvide llamar a Don Pepe, para que te preste la “pick up” para cargar tus cosas. Las mudanzas suelen ser complicadas y llenas de estrés. No solo por las cosas que tienes que llevar al otro lugar, sino también por las nuevas experiencias que vas a vivir en tu nuevo entorno y por lo que estás dejando atrás…, tu familia y amigos. 

Podemos comprar una casa nueva, un sofá nuevo, una cama nueva, pero lo que no puedes comprar es el sentimiento y el amor de los seres que  dejaste atrás.

“Papi, mami, bendición, voy  a estar bien en mi nueva casa. Allí es bueno y podré echar pa’ lante y ser feliz”- eso les dices en la despedida con el corazón en la garganta y una voz entrecortada, tratando de demostrar que estás en control de todo. Pero en tu interior muere un pedazo de ti, porque te mudas y no por quererlo así, sino por buscar un mejor porvenir en otro lugar.
“Yo los llamo cuando llegue allá, para que sepan que llegamos bien. Pero ya me tengo que ir, que Don Pepe está ajorando, por que el viaje es largo.”- entonces entras en la “pick up” que está a punto de salir.
Mientras te alejas de casa, Blaky el perro, sale corriendo detrás del vehículo, como dándote un último adiós, pues no sabe cuando te volverá a ver. Pasas cerca del “palo de tamarindo” que tu y tu papá sembraron cuando tenias 8 años. A lo lejos se ve el platanal del abuelo, que va desapareciendo en el horizonte mientras te alejas del lugar el cual llamaste por muchos años hogar.
Ahora solo queda mirar hacia delante, con el firme propósito de dar lo mejor de ti y triunfar. Y así continúas hacia tu destino, sin mucho que decir, con un nudo en la garganta y el alma hecha pedazos. Entonces levantas tu mirada y te dices a ti mismo, “voy a comenzar una nueva vida y a demostrar de lo que estoy hecho, pues soy el orgullo de papá y mamá”.